La obra figurativa de Juan Urrea surge de un profundo análisis de la existencia, donde se encuentra solo la esencia de la realidad, más allá de lo tangible. A través de una mirada minuciosa, se exploran todo tipo de dualidades e “imperfecciones” que expresan algo aparentemente perfecto, al menos desde una perspectiva racional.

El resultado es una obra que comparte felicidad más que arte. Mediante un estudio psicológico meticuloso del color, el artista logra provocar inmediatamente en el espectador sentimientos de felicidad y armonía. Esto se logra gracias a la aplicación de las leyes gestálticas de la comunicación visual, que se traducen en una experiencia estética enriquecedora.

La colección se titula “naturalista”, no porque aborde las ciencias naturales como la botánica o la fauna, sino más bien porque es un experimento que se basa en las ciencias de la comunicación y la percepción humanas.

Desde el punto de vista conceptual, representa un desafío transmitir valores puramente espirituales en un estilo de arte como el pop art, que tradicionalmente ha tenido un enfoque crítico hacia la sociedad de consumo. Esta obra busca presentar otra cara del pop art a través de una profunda investigación sobre la tradición de este estilo de arte. Se logra un equilibrio entre la realidad y las leyes universales que ejercen una influencia abrumadora sobre cualquier imaginación alucinada.

Desde esta perspectiva, se vislumbra la esencia del pop art, incluso una esencia más fundamental que la del tradicional, ya que en lugar de criticar la sociedad de consumo, se invierten conceptos del pop art en una obra que es pop art en sí misma. La pieza se convierte en un concepto popular y universal por sí misma, sin necesidad de aludir o criticar alguna postura o situación social contemporánea o histórica. Estéticamente, la obra traduce el mundo sensible en hermosos colores, alterando ligeramente la realidad y buscando siempre esa luz y composición idealizadas.

La fuente de inspiración de este artista es la belleza del universo en todas sus dimensiones: las leyes físicas que lo rigen, los valores morales que lo sustentan y las cualidades estéticas que lo embellecen. A través de su obra, busca transmitir la grandeza y la armonía inherentes a la existencia, invitando al espectador a explorar y conectarse con esa esencia universal.